Momento mágico y, en ocasiones, difícil. Celebramos muchas cosas: el nacimiento de Jesús, el solsticio de invierno, el amor incondicional (o no tanto), las fiestas del consumo,… Nos encontramos con nuestros vacíos: personas que no están, vidas que no son como desearíamos, encuentros familiares donde continúan sin abordar las mismas cuestiones de siempre,…
Momento de celebrar, de salir, de mostrarse obligatoriamente feliz, cuando la naturaleza nos enseña que es un momento de interiorización, de balance, de empezar gestar la que queremos que surja en primavera como germinan las semillas sembradas, como hibernan animales y plantas.
Momento de pensar en los demás, de grandes gestos, de … ¿sinceramente? Tal vez, si somos sinceros y no lo dejamos en unos días, sería un momento de transformación planetaria, de resurgir del Amor, de darle a la vida su valor (como nos enseñan los que se han ido), de acabar con el hambre físico y espiritual que no queremos mirar, de dejar de agredir, invadir, guerrear, dominar,…, de entender la hermandad de los seres, de cuidar la Arca de Noé llamada Tierra.
Momento de dejar de lado los porqués y celebrar juntos VIDA, AMOR, SOLIDARIDAD, ALEGRÍA,…, aunque la motivación haya venido de una marca de refrescos o de un anuncio de grandes almacenes.
Momento de recordar cuánto te quieres, a cuántos quieres y a cuántos eres capaz de querer. ¡Descubre tu potencial de Amar! Siempre descubrirás que en Amor, cuanto más das, más Amor experimentas. Aprovecha cualquier escusa.
Dicho todo esto, ¡FELIZ NAVIDAD!
Montones de amorosos abrazos navideños que se niegan a desaparecer después de Navidad.
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