Nos dicen que no está bien enfadarse y escondemos la ira detrás de una mueca de
sonrisa, una de nuestras muchas máscaras. ¿Desaparece la ira por eso? No. Al no
liberarse acaba afectando a nuestro cuerpo: tensión mandibular, problemas
digestivos,…
A lo largo de la vida vamos asumiendo máscaras y personajes para agradar a las
personas que nos rodean o para enfrentar retos y desafíos. En ocasiones, de
modo puntual, pueden ser útiles, como lo son para el camaleón o los animales
que aparentan mayor tamaño para evitar un ataque. Por desgracia, estas máscaras
se acaban incorporando a nuestra personalidad hasta el punto de identificarnos
con ellas. Acabamos olvidándonos de quienes somos, tratando de ser los
personajes que creamos. Tenemos un grave problema. ¿Te imaginas a un actor que
se identifique con el personaje hasta el punto de no poder dejar de
interpretarlo? Hay algunos casos, como el de Tarzán que acabó encerrado en un
psiquiátrico.
Habitualmente cambiamos de personaje en función del lugar en el que estamos:
trabajo, familia, un campo de fútbol, con los amigos, con la pareja,… Las
tensiones que genera un personaje las trasladamos a otro. Así, la persona
sumisa en el trabajo, que aguanta todo sin rechistar, puede llegar a la tiranía
en la familia o con la pareja. Otro caso es que somatice las tensiones llegando
a enfermar.
Podemos buscar la atención viviendo como víctimas o como duros de película,
podemos…, hasta que la atención se hace más importante que la felicidad. El
niño, la niña, se identifican con algunos personajes para evitar problemas en
la infancia y no saben dejarlos al crecer. Renuncian a la alegría y la
espontaneidad por la aceptación, olvidándose de recuperarlas, olvidando la
felicidad.
Si somos capaces de reconocer los personajes y las máscaras que usamos, podemos
decidir cuando usarlos o dejarlos, dejar de identificarnos con ellos, sanando
física y anímicamente. Podemos dejar de buscar la atención para comenzar a
buscar la felicidad.
Si te parece interesante, ven a mi Taller ¡QUÍTATE LA MÁSCARA! 15-16-17 de Marzo en Gredos.
Más información y reserva de plaza en antoniomarina1@yahoo.es
Alma Marina
El impulso de contribuir, desde la sencillez, al bienestar de las personas y de todos los seres que habitan este extraordinario lugar, de vida propia, al que llamamos Tierra. Un espacio para hablar desde el corazón de salud y vivencias, dejando que el Alma y la Vida se impongan, para que la sanación sea un hecho que podemos observar sin palabras.
jueves, 21 de febrero de 2013
martes, 8 de enero de 2013
CAMBIOS DE CONCIENCIA
En estos últimos tiempos, se ha
hablado mucho de cambios de conciencia, se han esperado grandes señales,
cambios bruscos,… A veces, esto no nos deja ver que la conciencia que tiene cambiar es la nuestra, la de cada persona,
y que muchas personas están cambiando,
por suerte.
“Lo extraordinario se esconde en la profundidad de lo ordinario”. Estas
palabras, que no son mías, apuntan en la
buena dirección. Cada persona construye su mundo y todas las personas construimos
el mundo que conocemos. No puede cambiar el mundo que conocemos sin que
cambiemos muchas personas. Tú ¿tienes intención de cambiar?, ¿qué cambiarás
realmente?, ¿cuándo lo harás? Tal vez esperarás a que hayan cambiado la
mayoría, a que hayan cambiado los políticos y dirigentes económicos, a que el
cambio climático haga insostenible la vida humana y la de muchísimas más
especies, a que ya no haga falta cambiar nada porque todo resultaría inútil, a
que no tengas que hacer ningún esfuerzo,… ¿A qué esperarás, al Apocalipsis?
Algunas personas, ante informes climatológicos que nos auguran un corto
recorrido en este planeta si no cambiamos pronto, se limitan a decir: “para
entonces ya no estaré aquí”. Estas personas tienen hijos o hijas, nietas o
nietos. ¿Esa herencia les quieren dejar?
Hay otras formas de
energía-combustible, otros modos de desplazamiento posibles,… Sólo hace falta
implementarlas, ya se inventaron hace tiempo. Ah, que te acabas de comprar el
coche ahora y no te va bien cambiarlo. “Se nos ocurre cada cosa”.
¿Lo mejor para el mundo, no será
también lo mejor para mí? ¿Lo mejor para mí, no será también lo mejor para el mundo?
Tú sostienes este mundo. Si no te gusta,
cambia. Este es un momento de cambio de conciencia, es el momento de cambio de conciencia, aquí y ahora. Todo lo demás sólo
son excusas. No sirve.
Diferentes escuelas y culturas
centraron su atención en este momento. Ninguna dijo que el momento te cambiaría
a ti. Tal vez seas tú quien puede cambiar el momento.
Es hora de Acuario, de dejar de
mirarnos el ombligo y comenzar a crear un mundo nuevo, mejor para todos los
seres que habitan este maravilloso planeta. ¿Quieres participar en este cambio?
Toma conciencia de qué puedes cambiar en
tu vida para mejorar la vida en este planeta. Y, ahora, hazlo.
El cambio depende de ti, de que seas capaz de concebir otro mundo como
algo posible, de que sigas dando pasos hasta que sea una realidad.
¡Compruébalo!
“La realidad te dará siempre la
razón”. “Quien observa modifica la energía”. Las escuelas de conocimiento y la
Física Cuántica dicen lo mismo. ¡Cree
que otro mundo es posible! ¡Crea un mundo mejor! Para ti, para tus
descendientes, para personas que no conoces ni conocerás. ¡Todas las personas merecemos lo mejor!
Contribuye a los cambios aportando tu comentario. Gracias.
lunes, 29 de octubre de 2012
SENTIR
En un mundo basado en la
mente, sentir nos da miedo. Numerosas convenciones sociales nos alejan de
sentir o lo condenan.
Sentir
es un estado profundo del alma, tiene que ver con la vida, la capacidad de
experimentar, de comunicar de modo real,…
Lo que piensas de
alguna cuestión puede serme útil, lo que has vivido y sentido puede ayudarme
mucho más. Entonces, ¿por qué rechazamos y condenamos el sentir? Quizá porque
cuando estamos en las sensaciones el pensamiento cesa. Sentir es un estado natural de meditación.
Un modo de alejarnos del
sentir es la sensiblería, diferente de la sensibilidad, en la que la mente toma
el control de lo que deberíamos sentir, sin dejarnos experimentarlo. A modo de
ejemplo: la mente nos dice cuando comer, porque es la hora,…, sin que hayamos
experimentado ninguna sensación de hambre. Comemos sin saborear, sin tomar
conciencia y disfrutar el momento, para llenar la insatisfacción de la mente,
calmar la ansiedad,…, aunque luego tengamos una digestión difícil.
Sentir
es reconocernos, reconocer nuestras sensaciones, nuestras necesidades, nuestros
rechazos, lo que nos gusta y lo que no. Es reconocer a otras personas, tratar
de descubrirlas en lugar de juzgarlas. Es experimentar cada momento,
experimentar la vida en lugar de establecer normas sobre cómo se debería vivir.
La mente es un instrumento
de la conciencia, una conciencia que necesita experimentar para valorar adecuadamente,
que no puede quedarse en teorías respecto a la vida mientras se niega a vivir,
mientras sueña que vive y tiene miedo de despertar.
¿Nuestros miedos nos dejan
vivir? ¿Miramos la vida desde la ventana sin atrevernos a experimentar la
brisa, el tacto de la hierba, una sonrisa, un abrazo, una caricia, un beso,…?
¿Podemos quedarnos observando cómo viven los demás, tratando de adivinar lo que
sienten, elaborando teorías sobre lo que tendrían que hacer,…, sin vivir la
experiencia personalmente?
Muchas veces a lo largo de
nuestra “vida” es lo que hacemos. Aprendemos “cómo es la vida” por lo que
alguien nos dijo y, si ese alguien escuchó que otro se había metido en el mar
sintiendo el agua muy fría, no nos acercamos a la playa para no enfriarnos
aunque sea pleno verano; sin pensar que tal vez fuera invierno cuando aquel “valiente”
lo intentó, y decimos a todo aquel que nos quiera oír: no te mojes en el mar o
te resfriarás.
Sentir
es amar y amarse, pues cuando experimentas y puedes elegir esa es la sensación
más deseable.
Un abrazo lleno de
sensaciones.
Gracias por compartir tu
experiencia dejando un comentario.
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