Nuestra área de influencia
es mucho mayor de lo que nos imaginamos. Influimos en la vida de personas que
ni siquiera conocemos, como otras personas influyen en la nuestra sin que
seamos conscientes.
Un hecho anecdótico: Hace
tiempo, me encontré con un compañero de colegio al que yo no podía recordar. Él
era capaz de recordar ese tiempo con total claridad, hechos y situaciones en
las que yo había participado y que se habían borrado de mi memoria. Esto fue el
principio de mi reflexión. Desde aquí, le doy las gracias por cada momento
compartido y por esta enseñanza.
Es curioso que algunas
situaciones que vivimos, a las que no damos importancia, puedan impresionar
vivamente a las personas de nuestro entorno, hasta el punto de recordarlas
muchos años después. Si alguien lo recuerda así, seguramente hayamos influido
en su modo de mirar el mundo, cambiando su mundo a partir de ese momento. Esto
también pasa a la inversa.
Mundos formados por
personas que nunca llegaremos a conocer en la mayoría de los casos: de
amistades, familia, hijos e hijas, personas de su ambiente de trabajo,… Muchas
personas, en cualquier caso.
Ahora pensemos en todas las
personas con las que hemos interactuado desde que nacimos: familia, compañeros
de colegio, personas del barrio o del pueblo, amigos y amigas, personas del
trabajo,…, todas las personas con las que interactuamos cada día. ¿Podemos
imaginar, siquiera, a cuantas les cambió el día por una sonrisa, por una
palabra nuestra, por algo que hicimos o dejamos de hacer?
Nuestra vida deja huella en
el mundo, mucho más profunda de lo que podamos imaginar. ¿Qué huella quieres
dejar?
Hagamos un bello mundo, aún
cuando no lo podamos observar entero.
Infinitos abrazos para
tantas personas.
Gracias por dejar tu
aportación en forma de comentario.